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MAYO 10
“¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?
Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí”
Isaías 6:8
Debía ser, todo apuntaba a que sí.
El Señor había salvado mi vida entre cientos, justo a mí.
Sólo a mí.
Mientras más leía, mientras más investigaba, más me convencía. Todo era claro, tenía que llevar un mensaje, Dios necesitaba transmitir algo a través de mí. Pero, ¿qué? ¿cuál era su voluntad?
Recordar la ansiedad que me consumió durante esa época me daba cierta satisfacción. Realmente me estaba entregando a Él. Lo único que deseaba en ese momento era servirle, con todo mi ser. Que su mensaje resuene en cada rincón, que todos se dobleguen ante Él.
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